Lo más reconfortante de unas largas vacaciones es la ruptura con la rutina habitual del año. Y este agosto, haciendo honor a esta norma, me propuse desconectar durante treinta días de mis actividades rutinarias. Entre ellas, navegar en Internet y utilizar el correo electrónico. Quienes me conozcan no darán crédito a lo que leen, pero puedo asegurar que es cierto. Agosto ha sido para mí una terapia de desintoxicación, además de una especie de prueba a la que deseaba someterme. Mi único contacto con las nuevas tecnologías ha sido el manejo de las cámaras digitales que me llevé conmigo y el portátil donde cada día volcaba las imágenes (por cierto, donde me alojaba no había conexión a Internet, lo que explica el éxito de la terapia). El problema ha sido que desde que he regresado no he hecho otra cosa que poner al día mi correo electrónico. Todavía me quedan por contestar algunos.
Para los que no lo sepan, estuve de viaje con la familia por tierras de Castilla y León. La primera quincena estuvimos en una casa rural en El Bierzo, desde donde recorrimos buena parte de la provincia de León. Y el resto del mes nos alojamos en una preciosa casa rural en Garcibuey, un pueblo salmantino situado en la Sierra de Francia, a pocos kilómetros de la más conocida localidad de La Alberca. Hemos regresado contentos por lo que hemos disfrutado recorriendo ambas provincias, además de las incursiones que hemos hecho en los territorios fronterizos: Lugo, Ávila, Zamora, Cáceres, ¡incluso Portugal! En total, más de 6500 kms recorridos en coche, estoicamente soportados por las niñas.
Hacía mucho tiempo que no estaba en Salamanca. Reconozco las mejoras notables en la ciudad, seguramente como consecuencia de los dineros invertidos a raiz de su reciente capitalidad de la cultura europea. Por cierto, confirmo que el Archivo de la Guerra Civil Española sigue donde estaba y certifico que finalmente el alcalde Julián Lanzarote cambió la denominación original de la calle (Gibraltar), por la de El Expolio. Ilustro este post con una imagen que capté en un pueblo del interior de la provincia, camino de un lugar vecino donde se encuentran los restos del Castro de Yecla de Yeltes y un Aula Arqueológica con una buena muestra de la epigrafía latina de época romana de la zona. El pueblo en cuestión se llama Villavieja de Yeltes y este monumental mural pintado en la pared de una vivienda me recordó que a miles de kilómetros de donde yo estaba disfrutando de mis vacaciones, miles de refugiados saharauis siguen sufriendo en los campamentos de Argelia ante la pasividad de la comunidad internacional (España incluida). Por cierto, que en Villavieja de Yeltes no gobiernan los del partido del expoliado Lanzarote. Eso pude averiguarlo el otro día, al encontrar la web del pueblo en Internet. Ya me extrañaba a mí ese mural, como un oasis ideológico en medio de tanta dehesa.
2 comentarios:
Estimado, con razón no había sabido nada de tí. Me parece que debo hacer urgentemente lo mismo, a veces me pasa que pierdo un poco el norte entre tanta cosa, a veces me cuesta pensar y disfrutar del ocio, de la naturaleza.
No cabe duda que eso también es indispensable para un buen vivir.
PD. me alegra haber podidio evocar tus años de dsirigente estudiantil.
un abrazo
El pueblo saharaui lleva más de 30 años en su exilio argelino, quien conozca la Hamada (zona del desierto donde se encuentran los campamentos de refugiados y que literalmente significa infierno) se hará cargo de las condiciones extremas en las que malviven nuestros vecinos. Pero igual de grave que las condiciones humanitarias, es la situación política del pueblo saharaui. La actitud de España es vergonzosa al no servir de puente de comunicación entre las zonas en litigio y desentenderse del tema; la posición de EE.UU. y Francia de apoyo incondicional a Maruecos clama al cielo; y la ONU, bueno de eso mejor ni hablar.
Quien haya estado en los campos de refugiados de Tinduf, y ese es mi caso, comprobará que la lucha sigue viva, los rostros de la gente resplandecen con la palabra libertad y ansían el día en que puedan ver de nuevo las añoradas costas de lo que nunca dejó de ser su tierra.
Sahara vencerá!!
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