jueves, octubre 24, 2013

Cómo ser historiador/a y no morir en el intento

Hace ahora un año, una joven doctora en Historia, con un magnífico curriculum vitae y una trayectoria muy dinámica, con líneas de investigación de gran proyección, se puso en contacto conmigo porque quería solicitar un contrato Juan de la Cierva y estaba interesada en vincularse a mi Universidad, a través del grupo de investigación al que pertenezco. Después de más de seis meses de retraso sobre el tiempo previsto, hace unas semanas esta investigadora ha conocido la resolución, que la deja en la lista de reserva. Era su última opción para poder continuar con su trayectoria investigadora, después de haber sido becaria predoctoral en el CSIC, posdoc en Cambridge, profesora contratada en la Universidad Complutense de Madrid…

Yo sabía que estos contratos se vendían muy caro, pero nunca imaginé que tanto. Examinando la propuesta de candidatos seleccionados, convenientemente publicada en la web del Ministerio de Economía y Competitividad, comprobé que de las cuarenta y una resoluciones favorables en el área de Ciencias Sociales y Humanidades, la mayoría correspondían al área de Historia y Arte (14), que obtuvo más contratos que otras áreas, como Filología y Filosofía (11), Ciencias Sociales (6), Economía (3), Psicología (3) o Derecho (2). De un simple vistazo comprendí que en los últimos años los jóvenes investigadores españoles de Historia y Arte han sido capaces de mejorar sus perfiles y lograr que, en una convocatoria pública tan competitiva como la Juan de la Cierva, sean capaces de obtener más contratos que los candidatos de otras áreas. Pero era un consuelo inútil, porque una gran investigadora se había quedado a las puertas de lograr culminar tantos años de esfuerzo personal.

Hace unas semanas coincidí con un colega en el sitio habitual donde, desde hace ya muchos años, encuentro más compañeros de mi Facultad. Eran las seis de la tarde y allí estaba él, tomando su enésimo café del día en el bar del Edificio de Humanidades. Hacía meses que no le veía y le pregunté qué tal le iban las cosas. Es un Titular de Universidad que, desde hace años, ha dejado de investigar y que afronta el tramo final de su carrera docente como quien espera el final de sus días. Se lamentaba por su escasa motivación por afrontar un curso más, por lo mal que iba todo —en la Facultad, en la Universidad, en el país­—, por lo mal preparados que llegan los nuevos alumnos del Grado... Me reconocía que, al menos, teníamos un trabajo y que, si todo no terminaba por hundirse, al menos tendríamos una jubilación.

Mientras le escuchaba me venía a la cabeza la imagen de la colega que quedó en la lista de reserva del contrato Juan de la Cierva; la de un antiguo alumno que, unos días, más tarde, una vez finalizada su beca predoctoral de cuatro años de duración, leería su tesis doctoral; la de una antigua alumna que acaba de finalizar su segundo Máster y está pensando hacer la tesis doctoral. Pensé que si alguno de ellos tuviera la ocasión de poder acceder a la Universidad con un contrato de profesor, seguramente afrontaría el reto con más ilusión que muchos compañeros mayores que yo, y algunos incluso de mi edad, que desde hace tiempo han perdido su motivación por seguir trabajando en la Universidad.

Estamos viviendo unos años terribles en nuestras universidades y solo dentro de unos años seremos capaces de comprender la magnitud del desastre. Mientras tanto, decenas de investigadores con unos currículos mucho mejores que los que nosotros tuvimos cuando accedimos a la Universidad hace cuarenta, treinta o veinte años, esperan su oportunidad para entrar en el sistema. Pero no hay nada que ofrecerles: ni contratos en precario, ni becas postdoctorales, ni vinculación a proyectos inexistentes. Ni siquiera podemos ofrecer una beca predoctoral a investigadores con expedientes sobresalientes que acaban de terminar sus estudios de Grado.

En suma, vivimos el desmantelamiento de la Universidad que conocimos y no sabemos cuál es el futuro que nos aguarda. El de nuestros jóvenes investigadores, en cambio, sí lo conocemos, porque no es futuro, sino un presente en el que se les impide progresar. 

Este post ha sido publicado, como artículo de opinión, en el Boletín del Aula Canaria de Investigación Histórica nº10 (otoño-invierno 2013), pp. 7-8 [Enlace al texto original]

jueves, junio 27, 2013

Las universidades canarias en el H Index Scholar


La semana pasada el Grupo de Investigación EC3 de la Universidad de Granada lanzó un nuevo producto, el H Index Scholar, un índice bibliométrico que pretende medir el rendimiento de la producción académica de los profesores e investigadores de las universidades públicas españolas de Humanidades y Ciencias Sociales, a partir del recuento de sus publicaciones y de las citas bibliográficas que estas han recibido a través de Google Scholar. El índice emplea dos indicadores bibliométricos para medir la relevancia de la producción científica de un investigador: el índice H, propuesto por J. E. Hirsch (2005), y el índice G, propuesto por Leo Egghe (2006). El cálculo de los índices H y G se ha realizado a partir de la producción científica y las citas asociadas a la misma localizadas en Google Scholar. Como los autores de este índice explican en su web, se ha ejecutado una búsqueda bibliográfica de cada profesor que contempla las principales variantes de su nombre a fin de identificar todas sus posibles publicaciones y las citas enlazadas a las mismas. Tras un proceso manual de depuración de resultados (eliminación de duplicados y unión de citaciones) se ha calculado el índice h y g de cada autor. Recomendamos a los colegas que vayan a consultar este índice que, previamente, lean con atención los apartado de Metodología y FAQ. Además, conviene que tengan presente que se trata de una versión beta del producto final, que aún está en fase de desarrollo, en el marco del Proyecto de Investigación HAR2011-30383-C02-02, del Plan Nacional de I+D+I del Ministerio de Economía y Competitividad.
Trabajo financiado con cargo al proyecto HAR2011-30383-C02-02 de la Dirección General de Investigación y Gestión del Plan Nacional de I+D+I. Ministerio de Economía y Competitividad. - See more at: http://hindexscholar.com/acerca-de/#sthash.IFHxprjL.dpuf
No hace falta que les diga que, pese a que los estudios bibliométricos no gusten a algunos (véase, a modo de ejemplo, las recientes manifestaciones del economista Juan Torres), los investigadores de Humanidades y Ciencias Sociales no podemos permanecer ajenos a ellos. Es más, en tiempos de escasez como los actuales, convendría que quienes aspiramos a sobrevivir en este ecosistema cada vez más competitivo, no perdamos de vista que las reglas del juego son las que son y poco podemos hacer por cambiarlas. Conviene por tanto que aquellos investigadores que no aparecen en este H Index Scholar comiencen a preguntarse qué está pasando con su producción científica y qué pueden hacer para hacerla más visible. Todo ello sin perder de vista que este tipo de escaparates no han sido creados para aumentar el narcicismo en nuestras universidades (ya de por sí bastante elevado), ni para que aquellos que aparezcan bien retratados en ellos se recreen con su visión. Entre otras cosas porque a más de uno puede pasarle como al Narcisco de la mitología griega, cuya hermosura terminó por costarle la vida. Además, este tipo de índices son dinámicos y la fotografía de hoy no tiene por qué corresponderse con la que veamos dentro de unos años. En suma, tengamos cautela con extraer conclusiones poco rigurosas de este interesante trabajo y, sobre todo, no perdamos de vista cuál es nuestra misión en la investigación en nuestras áreas.
No obstante, un análisis rápido de este proyecto permite comprobar que, a partir de la información disponible en la actualidad, la Universidad de La Laguna tiene mejor posicionados a sus investigadores que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Este hecho se observa, sobre todo, en algunas áreas de Ciencias Sociales (como Economía y Psicología), mientras que en otras se observa cierto equilibrio (por ejemplo, en las áreas relacionadas con la Educación Física y Deportiva, en el área de Educación, o las relacionadas con la Geografía). Si nos centramos en las áreas de Historia, podemos comprobar que los colegas de la Universidad de La Laguna poseen índices h más elevados (así, por ejemplo, los investigadores Matilde Arnay de la Rosa, Juan Francisco Navarro Mederos o Antonio Tejera Gaspar, en Prehistoria y Arqueología), aunque lo más llamativo es que algunos investigadores con una larga trayectoria, tanto de la ULL como de la ULPGC, ni siquiera aparecen en este índice. Es evidente que hay algunas ausencias notorias que, en el caso de la ULPGC, posiblemente se deban a la opacidad de la propia web, que no permite recuperar los datos de sus investigadores por áreas de conocimiento. Estoy seguro de que en posteriores versiones del H Index Scholar estas ausencias se resolverán positivamente, de tal manera que la fotografía final sea más nítida y ajustada a la realidad. No obstante, conviene recordar, una vez más, que esta "invisibilidad" de nuestros historiadores en el H Index Scholar puede deberse a que la historiografía canaria, como ya advertí hace unos años, ha preferido como principales canales de difusión las revistas y editoriales canarias, de escasa (y en ocasiones, nula) difusión más allá de nuestras Islas. Lo mismo podría hacerse extensivo a otras áreas de Humanidades, más allá de las Ciencias Históricas (por ejemplo, las Filologías Hispánicas). En cualquier caso, algunas áreas de nuestras universidades (por ejemplo, el área de Ciencias Jurídicas de la ULPGC), creo que poco margen de mejora tienen, habida cuenta de su baja productividad científica. Aceptémoslo, somos lo que somos y la pregunta es si estamos dispuestos a cambiar.

lunes, febrero 25, 2013

El fallido "Informe Wert"

El pasado 15 de febrero, la comisión de expertos nombrada por el Ministro José Ignacio Wert en abril de 2012 entregaba sus “Propuestas para la reforma y mejora de la calidad y eficiencia del sistema universitario español”. Han sido diez meses de espera desde que se constituyó esta comisión y, francamente, de la lectura de este documento de escasas noventa páginas no se desprende que la espera y las expectativas que estaban puestas en este informe hayan estado justificadas. Si a ello unimos que dos de sus nueve miembros se han descolgado con un voto particular incluido en una addenda al documento, podemos imaginarnos el escaso recorrido futuro que puede tener este informe, si el Ministerio piensa utilizarlo como instrumento para justificar la nueva reforma del sistema universitario español. La segunda reforma en lo que va de siglo, impulsada por el mismo Partido Popular que, en 2001, aprobó, con la oposición de todas las universidades públicas, la vigente Ley Orgánica de Universidades (LOU), levemente modificada por los socialistas en 2007. Transcurrida una semana desde su publicación, no parece que por el momento este informe haya generado  gran inquietud en las universidades, a juzgar por la relativa tranquilidad (cuando no indiferencia) con la que los rectores se han tomado la valoración del documento, excepción hecha de algún rector como el de la Universidad de Sevilla, que ha manifestado públicamente su posición frente al documento. Para Adelaida de la Calle, presidenta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, se trata de "un informe más". No obstante, algunos universitarios ya han empezado a publicar sus opiniones en diversos medios y, a buen seguro, éstas se irán incrementando en los próximos días.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en 2001, cuando la Ministra Pilar del Castillo impulsó la Ley Orgánica de Universidades hoy vigente, posteriormente rectificada en 2007 (mínimamente, dicho sea de paso) por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, el debate sobre la reforma de las universidades no está en la agenda mediática. A los españoles les preocupa mucho más la crisis económica que vivimos desde hace años, la galopante corrupción política, el deterioro de sus instituciones (empezando por la propia Casa Real), el desmantelamiento de la Educación y del Sistema de Salud Pública, etc. Y en medio de este descenso a los infiernos que vivimos los españoles cada día, una "comisión de expertos" se descuelga con un informe con el que pretenden arreglar los males de la universidad española. Huelga decir que ni las universidades públicas ni los universitarios estamos entre las mayores preocupaciones de los ciudadanos. Y las encuentas del Centro de Investigaciones Sociológicas demuestran la buena valoración que los españoles tienen de sus universidades. Pero da igual, la realidad no debe ser obstáculo para que el Partido Popular afronte una nueva vuelta de tuerca sobre las universidades públicas españolas.
Los aspectos centrales del informe se centran en la necesidad de descargar de funcionarios las plantillas docentes de las universidades, potenciando una categoría low cost de personal docente e investigador; el retorno al sistema de habilitación nacional impulsado por Pilar del Castillo, en sustitución del modelo de acreditación vigente desde 2007; la desaparición de la democracia participativa en las universidades a través del impulso de las "universidades de Patronato", que supondrán, de facto, la entrada de las Comunidades Autónomas en el gobierno de las instituciones universitarias... De poco vale que en el informe se aporten algunos aspectos positivos, como la crítica a la excesiva burocratización de nuestras instituciones, la propuesta de que éstas tengan una financiación que alcance el 3% del PIB, o la recomendación de que se potencien las becas y ayudas a los estudiantes, incluidas las de los programas de movilidad (como las del programa Sicue/Séneca que el propio Wert acaba de eliminar). El voto particular de los juristas Óscar Alzaga Villamil y Mariola Urrea Corres, no deja lugar a dudas: este informe atenta contra dos principios fundamentales recogidos en nuestra Constitución Española, como son la libertad de cátedra del profesorado funcionario y la autonomía universitaria. Con sólidos argumentos y una redacción impecable, a diferencia de la que posee el propio informe, estos miembros de la comisión han dejado meridianamente clara cuál es su posición frente al mismo. A buen seguro las universidades sabrán aprovecharla para encarar este nuevo ataque al servicio público de Educación Superior.