Como decía el Dúo Dinámico en su célebre canción, el final del verano llegó. Y no es algo de lo que yo tenga constancia por el crudo regreso a la normalidad de mi trabajo, ni siquiera por el hecho de que haya partido mi amor (por suerte, mi mujer aún no me ha abandonado). Como todos los años, la prueba más fehaciente de que el final del verano se acerca la empiezo a percibir a partir de la última semana del mes de agosto, cuando en la TV empieza la avalancha de anuncios con los coleccionables que nos aguardan en los quioscos. Por suerte, este año parece que la crisis ha hecho mella también en este negocio y los anuncios no han sido tan numerosos, pero en cualquier caso, ahí están las ofertas del nuevo curso, para que el personal haga sus votos de cambiar su modus vivendi y opte por construir una maqueta del Titánic, o recordar sus años mozos releyendo los clásicos con los célebres cómics de Bruguera...Ignoro por qué razón la aparición de los coleccionables se concentra en septiembre y a comiezos de año. Me imagino que los psicólogos y los comerciantes, o los comerciantes de la psique (que tanto monta, monta tanto), lo deben tener más que estudiado. Es posible que, ya sea en las vacaciones navideñas (bien o en familia), ya sea en las estivales, a la mayoría de los mortales les debe sobrar tiempo para pensar que, con el regreso a la "normalidad", uno debe imponerse nuevas pautas. Y una de ellas debe ser la de coleccionar algo, a fuerza de dejarse algunos euros en el empeño.
A mí este año no me atrae iniciar ninguna colección, que dejaré abandonada a las primeras de cambio. Debo estarme haciendo viejo. A decir verdad, ni siquiera me atrae el nuevo coleccionable del diario El Mundo que, conforme a la costumbre de todos los años, ha sido ampliamente publicitado en los últimos días del mes de agosto. Después de que en los últimos dos años los editores de El Mundo se hayan ocupado (más bien, preocupado), por enseñarnos "la otra Historia de la España de Franco" (sic), ahora parece ser que los intereses van por conmemorar la Segunda Guerra Mundial.
Y a El Mundo no se le ha ocurrido mejor manera de hacerlo que recurriendo a la movilización de los coleccionistas de sellos y billetes, a través de una colección de facsímiles que lleva el título de 70 Aniversario de La II Guerra Mundial: Sellos y Billetes. Ignoro si a éstos, o a los eruditos diletantes de la Historia militar que tanto abundan en el solar patrio, la colección les podrá interesar. Lo que sí que pronostico es que, a quien más le va a interesar va a ser a la fauna neonazi que, por desgracia, puebla nuestra ciudades, porque la colección ha sobredimensionado de tal manera las reproducciones de sellos y billetes de la Alemania nazi, que éstos se van a lanzar sobre los quioscos para proveerse de tanto material con el que adornar sus relicarios. A esto es a lo que ha llegado El Mundo que dirige el, por fortuna, inimitable, Pedro J. Ramírez.
A mí este año no me atrae iniciar ninguna colección, que dejaré abandonada a las primeras de cambio. Debo estarme haciendo viejo. A decir verdad, ni siquiera me atrae el nuevo coleccionable del diario El Mundo que, conforme a la costumbre de todos los años, ha sido ampliamente publicitado en los últimos días del mes de agosto. Después de que en los últimos dos años los editores de El Mundo se hayan ocupado (más bien, preocupado), por enseñarnos "la otra Historia de la España de Franco" (sic), ahora parece ser que los intereses van por conmemorar la Segunda Guerra Mundial.
Y a El Mundo no se le ha ocurrido mejor manera de hacerlo que recurriendo a la movilización de los coleccionistas de sellos y billetes, a través de una colección de facsímiles que lleva el título de 70 Aniversario de La II Guerra Mundial: Sellos y Billetes. Ignoro si a éstos, o a los eruditos diletantes de la Historia militar que tanto abundan en el solar patrio, la colección les podrá interesar. Lo que sí que pronostico es que, a quien más le va a interesar va a ser a la fauna neonazi que, por desgracia, puebla nuestra ciudades, porque la colección ha sobredimensionado de tal manera las reproducciones de sellos y billetes de la Alemania nazi, que éstos se van a lanzar sobre los quioscos para proveerse de tanto material con el que adornar sus relicarios. A esto es a lo que ha llegado El Mundo que dirige el, por fortuna, inimitable, Pedro J. Ramírez.