El miércoles 2o de agosto de 2008 ha pasado a convertirse en una fecha que, para muchos, no será fácil olvidar. Es posible que el número de identificación del trágico vuelo Madrid-Gran Canaria de la línea aérea Spanair sí sea más fácilmente olvidable. No me consuela saber que los aviones son, y siguen siendo, el medio de transporte más seguro de cuantos utilizamos. Tampoco me consuela que, como ha recordado el Colegio Oficial de Ingenieros Aeroáuticos de España, el Aeropuerto de Barajas, el de mayor tráfico aéreo de toda España, haya vivido su último accidente grave hace 25 años.
Los accidentes aéreos, pese a que sean estadísticamente menos frecuentes que otros accidentes igualmente trágicos (pensemos en la sangría constante que suponene los accidentes de carretera en nuestro país), tienen un gran impacto para la población. Y este último nos ha tocado muy de cerca a los canarios. Entre otras cosas porque somos muchos miles de canarios los que utilizamos con relativa frecuencia los aviones para viajar y porque la tragedia que viven ahora los familiares y amigos de las víctimas nos afecta también a todos.
Es todavía demasiado pronto para saber qué ha pasado. Lo que muchos nos preguntamos ahora mismo es por qué ha pasado. Esa es la pregunta que se hacen los familiares y amigos de las víctimas, preocupados por las noticias que, desde el mismo momento del accidente, llegaban acerca de los problemas técnicos que había tenido el avión antes de su despegue.
Dejemos para más adelante lo que ahora importa menos y preocupémonos por darle el calor y la fuerza que necesitan los familiares y amigos de las víctimas, que han visto desaparecer de sus vidas, en un instante, a sus padres, hermanos, hijos, amigos. Cualquiera de nosotros podría haber estado dentro de ese avión y a todos nos gustaría que actuasen de esa forma con los nuestros.
Los accidentes aéreos, pese a que sean estadísticamente menos frecuentes que otros accidentes igualmente trágicos (pensemos en la sangría constante que suponene los accidentes de carretera en nuestro país), tienen un gran impacto para la población. Y este último nos ha tocado muy de cerca a los canarios. Entre otras cosas porque somos muchos miles de canarios los que utilizamos con relativa frecuencia los aviones para viajar y porque la tragedia que viven ahora los familiares y amigos de las víctimas nos afecta también a todos.
Es todavía demasiado pronto para saber qué ha pasado. Lo que muchos nos preguntamos ahora mismo es por qué ha pasado. Esa es la pregunta que se hacen los familiares y amigos de las víctimas, preocupados por las noticias que, desde el mismo momento del accidente, llegaban acerca de los problemas técnicos que había tenido el avión antes de su despegue.
Dejemos para más adelante lo que ahora importa menos y preocupémonos por darle el calor y la fuerza que necesitan los familiares y amigos de las víctimas, que han visto desaparecer de sus vidas, en un instante, a sus padres, hermanos, hijos, amigos. Cualquiera de nosotros podría haber estado dentro de ese avión y a todos nos gustaría que actuasen de esa forma con los nuestros.