domingo, mayo 21, 2006

Investigar en precario

Investigar en España es llorar. Así tituló Marià Alemany un libro cuya lectura suelo recomendar a quienes no lo conocen, sobretodo a quienes todavía albergan alguna esperanza de que las cosas tienen alguna solución. Y si resulta difícil investigar en España para un Catedrático de Ciencias Experimentales, imaginemos para un modesto profesor no funcionario de Humanidades (Amenidades, como la llamaba un colega el otro día, a juzgar por el futuro que nos espera). No digamos ya para los becarios, ya sean predoctorales, postdoctorales, beneficiados de los programas Ramón y Cajal, Juan de la Cierva, etc., etc., etc.
Ayer sábado se manifestaron 1.500 becarios de investigación por las calles del centro de Madrid (ver nota publicada en la edición electrónica de El País), para reclamar al Gobierno de Zapatero que asuma sus promesas electorales y, de una vez por todas, mejore las deficiencias que presenta el Estatuto del Becario presentado hace unos meses. Como quiera que mis comienzos en la actividad docente e investigadora fueron como becario predoctoral, siempre he sido muy sensible a la penosa situación en la que se encuentra este colectivo, cuyo trabajo ha sido y es fundamental en el avance de la I+D+i de nuestro país.
Además, conozco a muchos becarios de investigación que, a diferencia de mí y de otros colegas, no han tenido la suerte de poder obtener una plaza de profesor y consolidar su situación laboral. Algunos de ellos, con más de 45 años de edad, siguen trabajando como becarios (a pesar de haber leído sus tesis hace más de 15 años), empalmando una beca vinculada a un proyecto tras otra. Les faltan veinte años para llegar a los 65 (la edad de la jubilación legal en España) y aún no han cotizado a la Seguridad Social ¡¡un sólo día de su vida!!. Otros amigos, que no han tenido tanta paciencia, han acabado abandonando y ahora trabajan en lo que pueden, por lo general en oficios que nada tienen que ver ni con la investigación ni con la docencia.
Se suele ajudicar a Enrique Tierno Galván la afirmación de que las promesas electorales se hacen para no cumplirlas. Yo espero que, en este caso particular, las promesas del PSOE se cumplan antes de acabe esta legislatura y que los retrasos se deban a los problemas que han lastrado la labor del equipo de la anterior Ministra de Educación y Ciencia. De lo contrario, el Gobierno habrá perdido una nueva ocasión para mejorar las condiciones de trabajo de miles de investigadores que, a diferencia de lo que creen muchas personas, no son profesionales "en formación", sino excelentes investigadores que, en muchos casos, cuentan con mejores CV que la mayoría de los investigadores funcionarios.
Si quieres solidarizarte con las iniciativas de los becarios de investigación españoles, puedes visitar su página web y firmar su manifiesto por la dignidad en la investigación.

domingo, mayo 14, 2006

Ser o no ser buen docente. ¿Es ésa la cuestión?

La celebración del IV Curso de Historia de la cultura escrita en la Casa-Museo León y Castillo no me ha dejado tiempo para volcar algunas reflexiones en esto que yo llamo mis scripturae publicae. Ahora que ya ha pasado el compromiso anual, aprovecho un hueco para reflexionar a propósito de un libro que compré hace unos meses, después de verlo anunciado en las páginas del suplemento Babelia. Se trata de un libro de Kenneth R. Bain, fundador y director del Center for Teaching Excellence de la Universidad de Nueva York, publicado en 2004 por Harvard University Press y traducido al español por una de las mejores editoriales universitarias de nuestro país. Bajo el sugerente título Lo que hacen los mejores profesores universitarios, Ken Bain va desgranando las experiencias docentes de aquellos profesores que el autor ha tenido ocasión de conocer a lo largo de varias décadas. Como suele suceder con este tipo de obras, el libro se lee de un tirón y debo reconocer que en cierta medida "engancha" al lector, hasta tal punto que llega a creer en la ejemplaridad del modelo docente en las universidades estadounidenses. Por suerte, sólo unas horas en las aulas de nuestras universidades, sirven de bálsamo para devolver al lector a la realidad de nuestro sistema universitarios (ese que dicen que cambiará a partir de 2010).
El lunes pasado, el rector de la Universidad Complutense de Madrid, publicaba un artículo de opinión titulado Elogio de la docencia universitaria. Confieso mi satisfacción al comprobar cómo Carlos Berzosa había leído también el libro, y, sobre todo, cómo sus comentarios concidían con algunas de las glosas que yo había ido anotando en los márgenes de mi ejemplar. Sin duda, buena parte de las reflexiones que uno se hace al leer este libro es cuán nefasta ha sido la consideración de la labor docente en la universidad española, en comparación con el papel que se ha venido concediendo en las últimas décadas a la investigación. Sin duda, mucho han de cambiar las cosas si las autoridades políticas y universitarias pretenden que el profesorado universitario se implique en el nuevo modelo de enseñanza que parece avecinarse con la llegada de la convergencia europea.
Comentaba hace unas semanas mis preocupaciones acerca de las incertidumbres del EEES, y francamente, no sólo no he cambiado de opinión, sino que la información que me va llegando (por ejemplo, esta misma semana en unas jornadas convocadas por la ULPGC, en las que intervino el experto Mario de Miguel Díaz), me hacen ser pesimista sobre las consecuencias de semejantes cambios. Mientras algunos profesores de otras universidades esgrimen las incongruencias entre las prácticas que expone Ken Bain en su libro y las que se desarrollan en la universidad que ha traducido al español (y valencià) la obra, me comenta una colega que en su universidad los alumnos ya empiezan a mostrar su preocupación por los cambios que se avecinan. Me cuenta que una de las banderas del nuevo proceso como es el concepto del ECTS (European Transfer Credit System), es traducido por los estudiantes como Estudia Cabrón Tú Solo. Sin duda, algunos de ellos ya empiezan a temer en qué puede consistir el tan cacareado "cambio de paradigma del proceso de enseñanza-aprendizaje".