Desde hace años viajo acompañado de una cámara fotográfica (desde hace unos años digital) y fotografío cuantas inscripciones, letreros o graffiti, nos trasladan a aquellos tiempos de la dura posguerra. La foto que acompaña estas líneas pertenece a un pueblo de Salamanca, en el que sus hijos rinden homenaje a las decenas de paisanos que murieron luchando en el bando del general Franco. De los que murieron (o fueron asesinados) por pertenecer al bando contrario no hay, ni ha habido, inscripción alguna en el pueblo. Es la segunda victoria de los que vencieron una vez: condenar al olvido a los vencidos.
A raíz de la movilización de organizaciones de ciudadanos que exigen la recuperación de la memoria histórica, los familiares y descendientes de muchos de aquellos que murieron luchando por defender el gobierno de la República, o que simplemente fueron asesinados "por ser rojos", han dado un paso al frente y se han afanado por recuperar el espacio perdido, el de la escritura pública, a través del testimonio de una simple esquela publicada en un periódico. La primera que se publicó en julio pasado en el diario El País, por iniciativa de la hija de Virgilio Leret, un militar español fallecido en los primeros días de la contienda en Melilla, defendiendo su guarnición frente al asalto de los golpistas. A aquella esquela le siguió otra, y a los pocos días otra más, en un insesante goteo que, a día de hoy, no ha terminado.
La ultraderecha española, acantonada en los sectores más reaccionarios del Partido Popular, y jaleada por periódicos como El Mundo o por emisoras de radio como la Cadena COPE, propiedad de la Conferencia Episcopal Española, no ha tardado en reaccionar. Desde los últimos días de julio, han sido publicadas decenas de esquelas de los "asesinados por las hordas rojas" en los periódicos de tirada nacional como El Mundo, el ABC o La Razón (por no contar en docenas de diarios de tirada provincial). A buen seguro el asunto será objeto de estudio por sociólogos, antropólogos e historiadores, porque algunas esquelas son dignas de análisis. El asunto, como es lógico, ha sido tratado en la prensa española: el diario El País habla de las Esquelas de las dos Españas, sin embargo los periódicos conservadores prefieren referirse al asunto como La Guerra de las esquelas (ABC) o La Guerra Civil de las esquelas (El Mundo).Por suerte, pese a la ligereza con la que prensa de derechas habla del tema como una "Guerra Civil", se trata más bien de un síntoma de la creciente beligerancia de la ultraderecha española, que aún no ha asumido que los españoles decidieron dar su confianza al partido socialista hace dos años. En cualquier caso, no deja de ser sorprendente que quienes aún recuerdan en la prensa que los únicos "caídos por Dios y por la Patria" fueron sus familiares, sean aquellos que cada día pueden ver el nombre de su padre, hermano o tío esculpido en la base de un monumento como el de la fotografía. Además, a diferencia de la presencia efímera de una esquela en un periódico, que por ahora es lo máximo a lo que pueden aspirar los familiares de los vencidos, los descendientes de los caídos en el bando de los golpistas, han gozado de cuarenta largos años de dictadura y todavía hoy en día se pueden regocijar ante los miles de monumentos, nombres de calles y placas en las iglesias, que homenajean a sus difuntos.
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