Hoy hace setenta años España se levantaba con las noticias que llegaban de Marruecos, en las que se daba cuenta de un levantamiento militar contra el gobierno de la República. Aquel levantamiento no fue uno más, sino el definitivo que inició una de las guerras más cruentas que hemos sufrido los españoles. Siguiendo la tradición impuesta desde los tiempos de Julio César aquella guerra se ha denominado civil, cuando en realidad ha sido una de las más inciviles que han asolado nuestro país (el conocido cuadro de Max Ernst simboliza bien aquel horror).
El aniversario, como es lógico, no ha pillado desprevenidos a los medios informativos. En el blog de Martínez Soler, este periodista aprovecha la ocasión para seguir ofreciendo las diferentes percepciones de la noticia en los dos periódicos más leídos en España (dejando aparte la prensa deportiva, por supuesto). El Mundo, ofrece un monográfico en el que subyace su peculiar valoración de aquel conflicto, en su afán por seguir defendiendo la idea de que las dos Españas siguen existiendo, como si con ello pretendiera atemorizar a unos y animar a otros a Dios sabe qué. La campaña ya la iniciaron en septiembre del año pasado, con la publicación de una pésima colección titulada La Guerra Civil española mes a mes, en la que se ha ofrecido un buen escaparate para exhibir las teorías de Vidal, Moa y demás revisionistas beligerantes.
El País, en cambio ofrece una visión más rigurosa de los hechos históricos, aunque su Editorial de hoy le duela a algunos. Especialmente recomendables los artículos firmados por Paul Preston, Julián Casanova, o Santos Juliá, entre otros autores. Pero también el artículo de opinión firmado por Jordi Gracia, profesor de Literatura Española de la Universidad de Barcelona, cuyas publicaciones (entre ellas su reciente ensayo premiado en 2004 por Anagrama), han levantado las iras de mentes tan lucidas como la del citado Pío Moa, que publica en ese baluarte digital de la derecha española que se ha apropiado para sí la palabra Libertad que, realmente, nunca le ha pertenecido, ni siquiera como botín de guerra. Precisamente por defender esa libertad murieron miles de españoles y varios cientos de brigadistas internacionales, por cuya buena memoria viene luchando la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica. Después de setenta años ya va siendo hora de que quienes cayeron defendiendo la legalidad constitucional (no la de ahora, que tanto parece preocupar al PP, sino la de 1936), y las víctimas de la represión franquista, tengan el reconocimiento oficial que merecen.
El País, en cambio ofrece una visión más rigurosa de los hechos históricos, aunque su Editorial de hoy le duela a algunos. Especialmente recomendables los artículos firmados por Paul Preston, Julián Casanova, o Santos Juliá, entre otros autores. Pero también el artículo de opinión firmado por Jordi Gracia, profesor de Literatura Española de la Universidad de Barcelona, cuyas publicaciones (entre ellas su reciente ensayo premiado en 2004 por Anagrama), han levantado las iras de mentes tan lucidas como la del citado Pío Moa, que publica en ese baluarte digital de la derecha española que se ha apropiado para sí la palabra Libertad que, realmente, nunca le ha pertenecido, ni siquiera como botín de guerra. Precisamente por defender esa libertad murieron miles de españoles y varios cientos de brigadistas internacionales, por cuya buena memoria viene luchando la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica. Después de setenta años ya va siendo hora de que quienes cayeron defendiendo la legalidad constitucional (no la de ahora, que tanto parece preocupar al PP, sino la de 1936), y las víctimas de la represión franquista, tengan el reconocimiento oficial que merecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario