Que las elecciones de la primavera de 2007 están a la vuelta de la esquina es algo ya sabido. Y que van a ser muy reñidas, aún más. Así las cosas, no es de extrañar que el político de turno intente lograr su cuota mediática, abrazándose a cualquier causa, con tal de rebañar votantes y lograr una buena foto. La que ilustra este post es de manual de candidato. En ella, Ricardo Melchior, a la sazón presidente del Cabildo Insular de Tenerife, aparece junto al Director insular de Cultura, observando la momia guanche que se conserva en el Museo Nacional de Antropología (Madrid, España). El titular que acompaña a la noticia publicada en el diario El País el pasado domingo muestra los deseos del político tinerfeño por lograr el regreso de la momia a la isla de Tenerife. Las noticias publicadas en los medios locales (CanariasAhora o La Opinión de Tenerife, por ejemplo), glosan los detalles del debate en el Senado acerca del futuro de una momia que, desde el siglo XVIII, reside en la Villa y Corte y que, desde el siglo XIX, forma parte de las colecciones del poco conocido Museo Nacional de Antropología.
El debate en la calle está servido, a juzgar por lo que llega a oídos de uno: "Que nos devuelvan la momia", "Es nuestra y se la llevaron sin nuestro consentimiento", "Si les devolvieron a los catalanes los papeles de Salamanca, que nos devuelvan a nosotros la momia", ... No ha faltado incluso quien se ha referido a la momia como si fuera un antepasado directo suyo, en lo que parece un revival del guanchismo decimonónico, o de su variante radical del postfranquismo. Francamente, lo que opine eso que solemos llamar la gente de la calle, es lo de menos. Me preocupan mucho más las declaraciones a los medios de quienes, por su formación universitaria, e incluso por las responsabilidades que tienen, deberían desmarcarse de afirmaciones que hacen sonrojar a quien las lee. Me refiero, verbigracia, a las declaraciones en El Día (casualitas casualitatis) de algún prehistoriador, que simultanea su abnegada labor docente en la Universidad de La Laguna con la de "Coordinador insular de la Comisión Ideológica y Desarrollo Estatutario de Coalición Canaria en Tenerife" (el comentario sobre la denominación del cargo y los paralelos que me vienen a la cabeza los dejo para otro momento).
Lo que más me preocupa de esta cuestión no es si la momia debe o no volver a Canarias, o el concepto de la exhibición museográfica en Madrid, sino la utilización partidista y acientífica del Patrimonio Histórico de Canarias. Quienes conocemos muy bien en qué situación se encuentra nuestro Patrimonio Histórico y la desidia, cuando no simple incuria, con que ha sido tratado hasta la fecha por los sucesivos gobiernos de Coalición Canaria, no dejamos de sorprendernos del entusiasmo por abanderar una causa que, además, puede provocar efectos colaterales por estos lares. Para empezar, el municipio de Gáldar ya reclama para el recién creado (y aún no inaugurado) Museo del Parque Arqueológico de la Cueva Pintada todos los fondos de este yacimiento que posee El Museo Canario (lean la noticia publicada en CanariasAhora). Es de esperar que muy pronto harán lo propio los Cabildos insulares de La Palma y Fuerteventura con los abundantes restos arqueológicos de sus respectivas islas que se conservan en ese museo tinerfeño cuyo nombre está tan alejado de los tiempos en que vivimos y del concepto contemporáneo del género en la Historia.
El debate en la calle está servido, a juzgar por lo que llega a oídos de uno: "Que nos devuelvan la momia", "Es nuestra y se la llevaron sin nuestro consentimiento", "Si les devolvieron a los catalanes los papeles de Salamanca, que nos devuelvan a nosotros la momia", ... No ha faltado incluso quien se ha referido a la momia como si fuera un antepasado directo suyo, en lo que parece un revival del guanchismo decimonónico, o de su variante radical del postfranquismo. Francamente, lo que opine eso que solemos llamar la gente de la calle, es lo de menos. Me preocupan mucho más las declaraciones a los medios de quienes, por su formación universitaria, e incluso por las responsabilidades que tienen, deberían desmarcarse de afirmaciones que hacen sonrojar a quien las lee. Me refiero, verbigracia, a las declaraciones en El Día (casualitas casualitatis) de algún prehistoriador, que simultanea su abnegada labor docente en la Universidad de La Laguna con la de "Coordinador insular de la Comisión Ideológica y Desarrollo Estatutario de Coalición Canaria en Tenerife" (el comentario sobre la denominación del cargo y los paralelos que me vienen a la cabeza los dejo para otro momento).
Lo que más me preocupa de esta cuestión no es si la momia debe o no volver a Canarias, o el concepto de la exhibición museográfica en Madrid, sino la utilización partidista y acientífica del Patrimonio Histórico de Canarias. Quienes conocemos muy bien en qué situación se encuentra nuestro Patrimonio Histórico y la desidia, cuando no simple incuria, con que ha sido tratado hasta la fecha por los sucesivos gobiernos de Coalición Canaria, no dejamos de sorprendernos del entusiasmo por abanderar una causa que, además, puede provocar efectos colaterales por estos lares. Para empezar, el municipio de Gáldar ya reclama para el recién creado (y aún no inaugurado) Museo del Parque Arqueológico de la Cueva Pintada todos los fondos de este yacimiento que posee El Museo Canario (lean la noticia publicada en CanariasAhora). Es de esperar que muy pronto harán lo propio los Cabildos insulares de La Palma y Fuerteventura con los abundantes restos arqueológicos de sus respectivas islas que se conservan en ese museo tinerfeño cuyo nombre está tan alejado de los tiempos en que vivimos y del concepto contemporáneo del género en la Historia.
7 comentarios:
Muy oportuno este post, con muchas muestras de esa fina ironía que caracteriza al autor. A estas alturas todo el mundo sabe que C[aciques] C[anarios] no se ha preocupado en absoluto del patrimonio cultural de estas islas, a pesar de esa pomposa denominación de "nacionalista" de que hace gala la mencionada coalición. Sin embargo, lo peor que llevo es que compañeros que consideraba progresistas hayan vendido su alma al diablo a cambio de no se sabe que prebenda. Creo que esta campaña no sólo busca votos sino también desviar la atención de la triste realidad en que están sumidas las islas a todos los niveles.
No estoy muy de acuerdo con dejar de lado en el debate la consideración de responsable ideológico de un partido político y su intevención en el caso momia.
Parece que CC designa a profesores universitarios ligados al área de Historia, como responsables de ideología en el partido (así en Gran Canaria como en Tenerife)y eso no creo que sea una casualidad. Más bien es un intento de dar cierta respetabilidad a una cargo que hace recordar a otros de épocas afortunadamente pasadas.
De ahí que sea necesario insistir en que la formación de una ideología nacionalista para reforzar la identidad de un partido que carece de ella y que se mueve únicamente por intereses de poder, sea una de sus banderas de enganche.
En lo que falla este presunto partido político es en la elección de las personas. Si los responsables de ideología insulares son estos personajes, carentes de la más mínima cultura - que la dan las lecturas y los viajes en gran parte - y escasos de sentido común, mala cosa.
¡Venga, a reivindicar momias!
Más comentarios sobre este asunto de la momia de Melchior en el blog Ethica more cybernetica, con acceso a varios posts publicados en la Gofiosfera
Me hace gracia que Colisión Canaria (sic), adalid de la construcción urbanística en espacios naturales-culturales, que hace oídos sordos a las flagrantes barbaridades que se cometen contra el patrimonio y protagonista de tantas tonterías que gastaría más de una hora de mi vida en enumerarlas, se erija en defensora de la patria canaria y sus singularidades, haciendo suyo el manido discurso de la recuperación de lo nuestro (o mejor de lo suyo).
Desde mi punto de vista, deberían preocuparse más por la situación de los jóvenes en las islas, la calidad de la educación, las interminables listas de espera en los hospitales, el problema de la inmigración, etc., dejándose de fruslerías y cortando de una vez por todas con el “rollo barato” de la canariedad y sus símbolos. Pero al fin y al cabo esto es lo que nos hemos buscado, gobernantes y políticos que tienen más de Mesa y López que de representantes del pueblo elegidos en democracia y que no dudan en recurrir al pleito insular o nuestra supuesta desventaja con el resto del Estado para salir en los medios y atraerse un puñadito de votos.
Si la momia levantara la cabeza y viera en que se han convertido las islas….
Bueno, regresa una momia y parece que se va a ir otra... esperemos que no se arrepienta...
La Momia no quiere regresar a Tenerife
Mc. Gil
El tiempo había pasado demasiado rápido. La Momia se sentía muy a gustito en el Museo Nacional de Antropología (Madrid) desde el siglo XVIII, hasta que tuvo conocimiento que la Comisión de Cultura del Senado había aprobado su traslado a Tenerife por iniciativa de Ricardo Melchior. Después vino aquella inoportuna visita donde tuvo que soportar los desatinados comentarios del Presidente del Cabildo tinerfeño y de su acompañante, Cristóbal de la Rosa; un psicólogo que desempeña, como debe ser, funciones de director insular de Cultura y que asumirá, a partir de julio, las competencias del consejero de la triste figura ¡Que desgracia para la cultura insular!
Aquel encuentro trajo a la memoria de la Momia los tristes episodios de su infancia y desempolvó las centenarias luchas experimentadas por muchos “isleños” que tenían por costumbre ir a la mar a por naranjas. Una rebeldía silenciosa, un soplo de libertad en una isla amordazada, que contenía el anhelado sueño de romper por siempre aquellas cadenas caciquiles instaladas desde tiempo inmemoriales en sus peñascos Atlánticos.
Después de tres centurias, y a más de dos mil kilómetros de distancia, la Momia había superado ya su trauma identitario ombliguista y ejercía con toda naturalidad una condición universal, sin tener que refugiarse en esa panda –“la mafia canaria en Madrid”– que se investía con toga exótica ultramarina para encontrar un hueco en la abierta Corte madrileña.
Sin embargo, a partir de aquel sorpresivo encuentro, todo comenzó a tambalearse. Cada día que pasaba la Momia se sentía más cansada y aparecían sus primeros problemas para conciliar el placentero descanso al que estaba tan acostumbrada. Después vinieron aquellas horribles pesadillas que le acompañaban incesantemente, donde unas voces singulares se alternaban machaconamente unas detrás de otras.
– “Te vamos a llevar a Tenerife –le decía Adán, mientras se atragantaba en su lectura con sujetos, verbos y complementos, sin concluir frase alguna–, tenemos el mejor, glug, Museo del mundo; glug, glub, el mejor Auditorio del mundo mundial, glug; [indescifrable]..., glug, el mejor intercambiador, glug, de España, glug, glug..., [indescifrable]... Verás, como ha, glug, cambiado todo, glug, desde que te fuiste. [indescifrable]... Ahora “semos” un Archipiélago, glug, Atlántico, glug, Ultraperiférico, glug, Tricontinental, glug, y Trasoceánico, glug, glug, glug.
– “Te vamos a construir un chalecito –le proponía Zerolo mientras sonreía picaronamente–- en el García Sanabria, dispondrás de un kiosco en los Carnavales, una concesión comercial y parking en Las Teresitas, un exclusivo puertito deportivo en San Andrés, varias Terrazas nocturnas y, además, te haré socio del Club de Golf...”.
– “Tendrás un bono vitalicio para viajar en el Tranvía –le susurraba Ricardo mientras debajo de la mesa cruzaba sus dedos– además de gratuidad eterna para acceder al IODAC, me acompañarás a las bodegas, nos vestiremos de magos y te colocaremos en el ITER y en el NAP para desarrollar el continente de tus ancestros”.
–- “Tu sabes –le decía Paulino en voz baja mientras los demás abandonaban la sala apresuradamente– que yo he sido el único que siempre te he tenido presente. Sabes que he pasado muchas tardes, muchísimas horas leyéndote mis intervenciones parlamentarias, he compartido contigo los dictados de Pepe Carlos y las jugarretas de ese grupito de miserables ingenieros...”.
Y una vez más, como iba siendo habitual en las últimas semanas, un humeante golpe de sudor y una violenta sacudida de ansiedad le devolvían a su cruda realidad.
– ¡Uhf, que pesadilla! ¡Qué horror! –exclamaba con cierto alivio pero con indignación–. “Esto no puede continuar así. Debo hacer algo. Está claro. Remitiré una petición de queja al Diputado del Común, que aunque no sirva absolutamente para nada, al menos quedará como testimonio de mi voluntad y quizás el tiempo y la historia condene a quien corresponda".
Y empezó a escribir: “Estimado Sr. Diputado del Común, me dirijo a Ud. para expresarle mi profundo lamento y malestar por los imponderables sufrimientos que deben soportar mis compatriotas isleños al constatar la calidad política, moral e intelectual de unos representantes que instrumentalizan mañas manipuladoras, victimistas y oportunistas, que califico de indignas, despreciables y que deshonran la memoria colectiva de mi noble pueblo originario. El Sr. Ricardo Melchior se ha atrevido a señalar, sin pudor alguno, que “una momia es el cadáver de un ser humano antes que un objeto de museo, y todo ser humano tiene derecho a descansar en su tierra” y me temo, muy mucho, que sus palabras no se correspondan con sus acciones. Su desvergüenza le ha llevado a decir también que mi presencia en Madrid no se ajusta a “un discurso museístico apropiado, situación que cambiaría cuando esté ubicado en las dependencias del Museo de Tenerife”. En fin, argumentos contradictorios e injustificados que unidos a las referencias directas que dispongo sobre los Museos del Cabildo me hacen más que dudar de sus intenciones. Además, insto y reto al Sr. Melchior que en coherencia con sus propios alegatos proceda a devolver inmediatamente todos los objetos que contienen los Museos del Cabildo de Tenerife y que pertenecen a otras islas hermanas como las de El Hierro, La Gomera, Lanzarote y Fuerteventura, además de las restituciones a sus lugares de origen de las importantes colecciones de arte precolombino (cerámicas, vasijas y otros elementos pertenecientes a la cultura Tumaco de Ecuador, de Colombia, México, Perú, etc.); la colección de Cerámica Bereber (las más de sesenta piezas procedentes de ocho zonas distintas del Atlas Marroquí, Fez, Tazzeka, Azrou, Beni Mellal, Orica, Tazzarine, Asni y Marrakés.), las colecciones africanas de Costa de Marfil, Alto Volta, Ghana, Togo, Malí, Congo, Senegal, Nigeria, Mauritania, Gambia y Sudáfrica (entre las que destacan las piezas trabajadas en madera: representaciones humanas y animales, máscaras así como colgantes, pulseras, anillos, pendientes y aros para las orejas, brazos, piernas y tobillos, fabricados en oro, plata y bronce...), etc., etc.
Sobre el ínclito psicólogo de la cultura tinerfeña, Cristóbal de la Rosa, que decirle. Esta lumbrera entre otras incongruencias, que soslayaré por obvias, ha señalado que “el Museo Arqueológico de Tenerife ofrecerá a este antepasado mejores condiciones de conservación y el respeto adecuado, ya que no es una vasija de barro para ser expuesta como una curiosidad, sino un ser humano que en nuestras instalaciones recibirá el contexto, la dignidad y el respeto que se merece". Que yo sepa, Sr. Diputado del Común, muchos especialistas han afirmado que soy la mejor momia conservada y supongo que en ello algo tendrá que ver el trato que he recibido del Museo Nacional de Antropología. En fin, que le traslado mi preocupación y repulsa por la actitud de unos mandarines que perturban mi secular tranquilidad para justificar sus incompetencias y que me utilizan como recurso mediático a través del victimismo de una cultura a la que siempre han despreciado y a sus acciones me remito. Por tanto, es mi deseo que se respete mi decisión de exiliado político ante el desolador panorama que presenta ese Archipiélago. Sin otro particular, le saludo afectuosamente.
Leo hoy en La Provincia que Mª del Mar Julios puede dificultar la partida de la momia... ¡oh no, maldición!
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