Para entender mejor la trascendencia de esta noticia, más digna de ser publicada en El Mundo Today que en cualquier periódico medianamente serio, hay que conocer mejor quiénes son sus protagonistas. El perfil de la citada alumna en Twitter no cuenta ni con 200 seguidores, por lo que cabe deducir que quien le ha dado trascendencia al asunto ha sido el propio Torres Mora, cuyo perfil en Twitter supera los 4000 seguidores. ¿Y quién es José Andres Torres Mora? Pues además de un profesor titular de la UCM, es diputado del PSOE por Málaga, como bien dice su blog personal, centrado más en su actividad política que en su actividad como profesor universitario.
¿Y como es posible que el citado sociólogo supiera que una alumna de una remota universidad se había referido a un artículo suyo escrito hace tanto tiempo? Pues me imagino que por casualidad o porque quizá tiene activado un seguimiento de lo que se dice de él en la red. Dicho de otra manera, el aludido se enteró de la anecdótica referencia a su persona, gracias a que existen herramientas que permiten auscultar las redes sociales, informando al interesado qué se dice de él por ahí. La mayoría de los usuarios de Twitter y de otras redes sociales ignoran la existencia de estas herramientas, pero para alguien que tiene una trayectoria política, no debe ser una banalidad conocer qué se dice de él en las redes sociales. Es lo mismo que hacen las empresas con sus marcas comerciales.
Lo que no deja de sorprenderme de todo esto es a quién le puede interesar que el susodicho Torres Mora haya respondido a la alumna anónima. Creo que hay varias respuestas posibles al eco que ha sucitado el intercambio de tweets. Quizá a los periodistas les ha sorprendido que un profesor haya respondido a una alumna de una universidad diferente de la suya. O mejor aún, quizá lo sorprendente es que ese profesor, además, sea diputado. Me imagino que la más sorprendida habrá sido la propia alumna, que habrá visto con cierta incredulidad cómo se ha convertido en noticia en más de una docena de periódicos lo que no era más que un tweet banal. A decir verdad, lo que más me interesa de esta historia no es la banalidad de los mensajes, sino la vanidad de algunos usuarios de Twitter. Pero vanidad de la buena, de la que no hace daño a nadie.
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