Los españoles tenemos un sentimiento de culpabilidad que no muchos confesamos ante el enquistado problema de la solución del conflicto entre la República Árabe Saharaui Democrática y Marruecos, después de que éste último invadiera los territorios de la que, hasta 1976, había sido colonia española del Sáhara Occidental. Son ya más de treinta años de ocupación marroquí de un territorio que pertenece al pueblo saharaui, y durante todo este tiempo Marruecos no ha cesado de violar los derechos humanos de la población civil. Y no lo ha hecho en solitario, sino con la complacencia de las naciones europeas que, en el pasado, se repartieron el continente africano, España entre ellas. Y, por supuesto, con el apoyo de Estados Unidos, que siempre ha mirado con buenos ojos el régimen alaui.
Desde hace tres semanas una activista saharaui, Aminatu Haidar, que durante muchos años no se ha dejado someter a la tortura del aparato represor marroquí, está en huelga de hambre en el Aeropuerto de Lanzarote, en protesta por no haber sido autorizada a regresar a El Aaiún, después de haber salido de su tierra para recoger un premio a su labor en Estados Unidos. Como tantos saharauis, Aminatu regresaba a su país desde Canarias, y en este Archipiélago espera, desde hace tres semanas, por una decisión de Marruecos que, cada vez, parece estar más lejos de conseguirse. Todos deseamos ver a Aminatu Haidar como hasta ahora, viva y lúcida, defendiendo los derechos de su pueblo. Pero si muere, estoy seguro de que este hecho marcará un antes y un después en la defensa de la causa del pueblo saharaui y la movilización internacional en pro de la resolución del conflicto. Solo espero que el Gobierno de España, por una vez en más de treinta años, asuma su responsabilidad política. Espero verlo algún día, y espero que Aminatu Haidar también lo pueda ver.
Desde hace tres semanas una activista saharaui, Aminatu Haidar, que durante muchos años no se ha dejado someter a la tortura del aparato represor marroquí, está en huelga de hambre en el Aeropuerto de Lanzarote, en protesta por no haber sido autorizada a regresar a El Aaiún, después de haber salido de su tierra para recoger un premio a su labor en Estados Unidos. Como tantos saharauis, Aminatu regresaba a su país desde Canarias, y en este Archipiélago espera, desde hace tres semanas, por una decisión de Marruecos que, cada vez, parece estar más lejos de conseguirse. Todos deseamos ver a Aminatu Haidar como hasta ahora, viva y lúcida, defendiendo los derechos de su pueblo. Pero si muere, estoy seguro de que este hecho marcará un antes y un después en la defensa de la causa del pueblo saharaui y la movilización internacional en pro de la resolución del conflicto. Solo espero que el Gobierno de España, por una vez en más de treinta años, asuma su responsabilidad política. Espero verlo algún día, y espero que Aminatu Haidar también lo pueda ver.
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