Hace algunos años se vaticinaba el final de la cultura escrita por el incesante avance de la cultura audiovisual. Y los defensores de aquellas ideas se convirtieron en apocalípticos agoreros cuando, a comienzos de los noventa, el avance de las nuevas tecnologías les hacía temer por la pervivencia del libro ante el imparable avance de Internet. Aunque creo que estamos en una fase de despegue y que aún es muy pronto para sacar conclusiones, a situación actual no parece tan grave como nos la pintaban. El avance de Internet y el incremento exponencial de las publicaciones electrónicas no sólo no ha acabado con la lectura, ni siquiera con la forma de acceder a lo escrito.
Si acaso, se puede hablar de que el problema no es la cantidad, sino la calidad de lo que leemos (o escribimos). Pero en términos absolutos, como señalaba en El País del domingo el cineasta catalán Manuel Huerga, quienes tenemos acceso a la información escrita, podemos leer ahora muchísimo mas que antes, ...y en ocasiones incluso libros. ¿Dónde puede estar entonces el problema?. Creo que en la formación de nuevos lectores. Aprender a leer no es fácil (cosa que compruebo a diario cuando veo los primeros pasos de mi hija Sofía), pero inculcar el hábito de las buenas lecturas es aún más difícil. Para ello hace falta un entorno que te motive a acercarte a los libros y, sobre todo, la sabia mano de ese familiar, amigo o profesor que te va guiando hasta que tienes el criterio de decidir tu mismo qué quieres leer y qué no.
Si acaso, se puede hablar de que el problema no es la cantidad, sino la calidad de lo que leemos (o escribimos). Pero en términos absolutos, como señalaba en El País del domingo el cineasta catalán Manuel Huerga, quienes tenemos acceso a la información escrita, podemos leer ahora muchísimo mas que antes, ...y en ocasiones incluso libros. ¿Dónde puede estar entonces el problema?. Creo que en la formación de nuevos lectores. Aprender a leer no es fácil (cosa que compruebo a diario cuando veo los primeros pasos de mi hija Sofía), pero inculcar el hábito de las buenas lecturas es aún más difícil. Para ello hace falta un entorno que te motive a acercarte a los libros y, sobre todo, la sabia mano de ese familiar, amigo o profesor que te va guiando hasta que tienes el criterio de decidir tu mismo qué quieres leer y qué no.
Es muy importante la actividad que se desarrolla en las escuelas e institutos, pero no menos importante el apoyo en las propias familias, aunque éste último no sea, al fin y al cabo, determinante en los hábitos de la lectura. Debemos recibir con alegría cualquier iniciativa que se emprenda desde las instituciones públicas por animar a la lectura a quienes no leen (véase aquí la iniciativa madrileña que comentaba Víctor Macías en su blog). Mientras tanto, los que disfrutamos comprando y leyendo libros (aunque en ocasiones el trabajo no nos permita dedicar a lo segundo todo el tiempo que quisiéramos), creemos que no estaría de más que desde el Gobierno se impulsara la bajada del IVA al mínimo imprescindible. Porque no deja de ser paradójico que los mismos que se quejan de la falta de lectores sean quienes se han hecho ricos editando y/o vendiendo a unos los libros escritos por otros.
1 comentario:
Estoy de acuerdo.
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