Recuerdo la primera vez que me vi en la necesidad de escribir mi Curriculum Vitae (CV). Estudiaba 3º de Historia en el antiguo Colegio Universitario de Las Palmas (CULP), dependiente de la Universidad de La Laguna, y quería marcharme a Salamanca, para terminar allí la carrera. Tenía interés en poder entrar en uno de los dos Colegios Mayores que dependían de la Universidad de Salamanca, y tuve que adjuntar a la habitual instancia dos hojas del que entonces era mi escueto "Curso de la Vida".
Pasaron varios años hasta que, una vez acabados mis estudios universitarios, tuve que volver a poner en negro sobre blanco mi CV: que si una beca de doctorado que solicitaba al Cabildo Insular de Gran Canaria, que si un proyecto que solicitaba a la extinguida Comisión Nacional para la Conmemoración del Quinto Centenario del descubrimiento de América, que si una beca de investigación que solicitaba a la Fundación Universitaria de Las Palmas, que si una beca que solicitaba a Caja de Madrid, que si una beca de investigación que solicitaba al Gobierno de Canarias, ...
Así hasta que, a comienzos de 1993, obtuve una beca de investigación predoctoral en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Creía yo entonces, reconozco que con cierta ingenuidad, que en el futuro no tendría que enfrentarme a la tarea de hacer más CVs. Me equivocaba, por supuesto. No habían pasado dos años y ya estaba preparando mi CV para una plaza de Profesor Ayudante que se había convocado en la misma Universidad. Desde entonces no recuerdo cuántos CVs he redactado a lo largo de mi corta vida como profesor universitario, pero lo que sí puedo asegurar es que, en los últimos años, con la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), la cosa no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado.
En efecto, a los CVs habituales para optar a una plaza de contratado en una universidad española (siguiendo el modelo que, por cierto, cada una de ellas establece), hay que sumar los modelos de CV de las agencias encargadas de conceder la acreditación necesaria para optar a una de esas plazas. Y como no podía ser de otra manera, el modelo de CV que exige la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), no es el mismo que exigen las Agencias Autónomicas (v. gr. la Agencia Canaria).
Por no hablar de los CVs que tenemos que rellenar para poder solicitar esos engendros denominados Complementos Retributivos, o los CVs que nos requieren cuando solicitamos financiación económica para llevar a cabo un proyecto de investigación. Según a qué organismo solicitemos el proyecto, el modelo de CV también varía: Ministerio de Educación y Ciencia, Dirección General de Universidades e Investigación del Gobierno de Canarias, Universidad de turno, etc.
En suma, que yo, como cualquier docente universitario, tengo que tener medianamente actualizado mi CV (por aquello de que, cuando te lo solicitan es siempre con prisas), en media docena de formatos direntes: formato MEC, formato del Gobierno de Canarias, formato Agencia Canaria de Evaluación, formato para la Habilitación Nacional (a cuyas pruebas me presenté hace un año), formato de la Comunidad de Madrid (ya que colaboro con un grupo de investigación radicado allí), etc.
Parece ser que, en poco tiempo, el Ministerio de Educación y Ciencia va a publicar un modelo unificado de CV (Uno, Grande y Libre, que dirían los nostálgicos del franquismo, tan beligerantes últimamente), después de unificar su contenido con las universidades, Gobiernos Autónomos y demás instituciones. Esperemos que este nuevo modelo se ponga pronto en marcha, porque estoy cansado de pasarme media vida rellenando CVs. En suma, haciendo eso que yo llamo el Ridiculum Vitae.
5 comentarios:
Debias publicar un post sobre el descuartizamiento zapateril del Archivo de Salamanca
Quizás podrías hablar también del expolio de documentos que robaron y trasladaron al archivo de Salamanca y que ahora (cuando se pueden fotocopiar, microfilmar, digitalizar, etc.,)devuelven a sus propietarios legitimos mediante una ley aprobada en el Parlamento.
Buena idea. No descarto ocuparme en el futuro sobre el debatido asunto de "los papeles de Salamanca" y la manipulación política que ha hecho el PP de un asunto que, desde mis modesta opinión, no tiene vuelta de hoja: al César lo que es el del César y los papeles requisados por los nacionales que se devuelvan a sus propietarios. Así de simple.
Aquí cabría quizás reproducir este artículo que circula por la red y que da una visión diferente, aunque interesante, del tema.
Muchos salmantinos nos sentimos avergonzados y humillados por la actuación caciquil y ridícula de nuestro alcalde, y pedimos al mundo que no mida a todos los vecinos de esta pobre ciudad con el mismo rasero que a don Julián Lanzarote, una de las personas más incultas de Castilla y León. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que en realidad al alcalde salmantino, al Partido Popular en general, el Archivo General de la Guerra Civil Española le tiene sin cuidado. Ese buen hombre comenzó su mandato guillotinando el prólogo de un libro de regalo editado por el Ayuntamiento, por el mero hecho de que lo firmaba el anterior alcalde, socialista. Ordenó el derribo de un depósito de agua de mediados del XIX, una joya de la arquitectura del hormigón armado, contra el criterio de todos los especialistas. Impulsó la construcción de un auditorio en un solar del Casco Histórico, empeño en el que no cejó hasta que la Unesco amenazó con retirar a la ciudad el título de Patrimonio de la Humanidad. Lleva gastados tres millones de euros en su obcecación personal por derribar unas casas del XIX adosadas a la muralla. Ha visto como los tribunales anulaban una tras otra sus cacicadas en materia de urbanismo y de despidos de contratados municipales...
Salamanca pierde población cada año. A pesar del aspecto juvenil que percibe el visitante, a causa de las decenas de miles de estudiantes de fuera, esta ciudad y provincia envejecen sin pausa. Pues bien, todavía está por ver alguna actuación de Julián Lanzarote, que también es presidente provincial del PP, para dinamizar la economía de esta provincia. En su lugar se dedica a menospreciar, insultar y denigrar cualquier cosa que proceda del Gobierno. En su lugar se ceba en remover los más viles sentimientos de la gente para sembrar el odio, el rencor y la mala baba. Cualquier cosa es buena si sirve para atacar a esos socialistas que entraron en el Congreso subidos en un tren de Cercanías.
Con su arrogancia servil y su sectarismo reaccionario, el alcalde de Salamanca ofende a todos los salmantinos que queremos simplemente vivir con dignidad en una ciudad culta, próspera y libre, que ojalá fuera conocida en el mundo por tener un ambiente liberal, cosmopolita y moderno, no por ser la cueva donde habita todavía lo más negro de la carcunda.
Severiano Delgado es historiador y bibliotecario de la Universidad de Salamanca.
El otro día publicó la prensa la noticia de que un médico noruego llevaba varios años publicando cosas absurdas en prestigiosas revistas sin que nadie se percatase de ello. Muchas veces, si los curriculum vitae se valorasen después de un serio repaso, no nos darían gato por liebre y muchos charlatanes verían disminuir notablemente el suyo.
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