sábado, febrero 18, 2006

La mirada de Terentio Neo

Algunos amigos me han preguntado por qué he escogido este famoso fresco romano como imagen para identificar este blog. Podría responderles que, simplemente, porque es uno de mis preferidos, aunque en esto de escoger uno siempre debe dejar atrás cosas tan interesantes como la que finalmente se elige. Aunque no ha sido exactamente el caso de este fresco, que desde que lo ví hace muchos años en uno de los primeros libros de Historia que recuerdo haber leído, no ha dejado de intrigarme. Además, en él se conjugan varios de mis intereses en materia histórica: la escritura y la Antigüedad.
El retrato nos muestra a una pareja de jóvenes, posiblemente marido y mujer, cuyas edades rondan la veintena, mirando fijamente al frente. Él viste una toga blanca y sujeta en su mano derecha un papiro. Ella, en cambio, sujeta con su mano izquierda un díptico, mientras que con la mano derecha muestra un stilus, que apoya sobre su barbilla, confiriendo al gesto un cierto aire teatral. La pintura fue descubierta a finales del siglo XIX, en las excavaciones arqueológicas de Pompeya, en la pared del tablinum de una casa de la Regio VII. Los instrum
entos escriptorios son bien conocidos para los estudiosos de la historia de la escritura, y en el Museo della Civilità Romana, por ejemplo, hace unos años saqué una fotografía de una buena reproducción de este tipo de tabulae ceratae como la que se muestra en el fresco.

La existencia de una pintada electoral en la puerta de entrada a la vivienda, en la que un tal Terentio Neo solicita el voto para Cuspio Pansa, que se presentaba en los comicios locales para el cargo de edil (CIL IV, 871), ha hecho pensar tradicionalmente que el joven que se representa en este retrato es, precisamnete, Terentio Neo. Un comerciante no excesivamente rico que quiso ser retratado como un hombre instruido, imitando los modelos de las familias patricias romanas. Si alguna vez visitan Pompeya no busquen el fresco en el yacimiento, ya que éste se conserva en una de las salas del inmenso Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. Para los que quieran saber más sobre este retrato y su contexto histórico, recomiendo la lectura de un artículo de Felice Costabile, publicado en una revista editada por L'Erma de Bretschneider, que, por suerte, está disponible en Internet.
Estos restos de la Antigüedad que han llegado hasta nuestros días, como el retrato de Terentio Neo, los restos de su vivienda, e incluso, la publicidad electoral que encargó pintar en la fachada de su vivienda, con esas capitales librarias tan características, nos acercan a un mundo muy alejado en el tiempo del nuestro (hace más de 1900 años de la destrucción de Pompeya), pero muy cercano en lo afectivo, e incluso en lo político. Pero dejemos para otro día la interpretación de la política en el Imperio romano a la luz de nuestros tiempos, que hoy me he propuesto no hablar de política.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Resulta difícil no hablar de política con la que está cayendo a cuenta de Eolo y de la corrupción en Canarias. Tanto Interviú como El País han mandado corresponsales a ocuparse del tema... A ver cómo nos ponen.

Respecto a la mirada de Terencio, a mí siempre me ha inquietado pero no sé bien por qué. Por eso, me ha resultado interesante saber que estaba posando e imitando a los patricios, que es la versión romana del marketing político, que es un cínico.

Además dices que estamos muy cerca afectivamente de esa época tan distante. Pareto , economista y sociólogo, pensaba que la naturaleza humana es invariable en lo afectivo y que lo que cambia a lo largo de la historia son las racionalizaciones (justificaciones, explicaciones, etc) de nuestras acciones. Giner, mi maestro, piensa casi lo mismo.