domingo, septiembre 30, 2012

Ahora el objetivo son los libros

Esta semana he recibido dos correos electrónicos que me han hecho pensar que se está organizando una campaña de acoso (y si nada lo remedia, también de derribo), hacia los estudiantes que fotocopian libros para preparar sus asignaturas, o aquellos que se descargan los libros directamente desde Internet. El primer correo electrónico era una carta remitida desde el Departamento comercial del Grupo Anaya S.A. que me llegó a mi cuenta de correo de profesor, con el título "Bienvenida y copias ilegales". Se trataba de una carta en PDF que venía acompañada de un lacónico texto: "Le ruego lea la carta adjunta y si lo considera oportuno difúndala en su entorno profesional". Como hace tiempo que no me dedico a imprimir correos y repartirlos por las mesas de los colegas, prefiero publicar el contenido de la carta en este blog. La carta, fechada en Madrid el 27 de septiembre de 2012, decía:
"Estimados profesores/as: Sirvan estas líneas para enviarles en primer lugar un cordial saludo de bienvenida al nuevo curso universitario 2012-2013 y desearles lo mejor en su tarea docente.
Desde la Promoción universitaria de Grupo Anaya (Ediciones Pirámide, Editorial Tecnos, Alianza Editorial y Ediciones Cátedra) queremos recordarles, como en años anteriores, que estamos a su disposición para atender cualquier consulta relacionada con los fondos de los sellos editoriales a los que representamos.
Queremos aprovechar este mensaje de bienvenida para hacerles llegar nuestra preocupación ante la proliferación de copias piratas de libros por medio de fotocopias y de descargas ilegales en la Red. Somos conscientes de la difícil situación que atraviesan muchas familias agravada en este curso por la subida de las tasas académicas, pero creemos interpretar correctamente la opinión casi unánime entre todos los estamentos académicos al condenar la reproducción ilícita de contenidos de propiedad intelectual. Sabemos que estas prácticas suponen una seria amenaza para la difusión del saber y la cultura y también para la protección del trabajo y esfuerzo que supone la elaboración de manuales para nuestros autores, con los que tenemos un compromiso adquirido.
No pretendemos con esta carta solicitar ninguna actuación represora hacia los alumnos que porten estas copias ilegales; tan solo su colaboración para hacerlos llegar un mensaje de concienciación y respeto por el trabajo desarrollado para facilitarles el aprendizaje. Lo que está en juego no es tanto la obtención de un precio más barato de reproducción de los libros, sino que, por un lado, hay un enriquecimiento ilícito de los que ofrecen estas copias, y por otro, una desmotivación en la difusión del conocimiento de los que actuamos respetando las leyes, además de los puestos de trabajo que se generan y mantienen gracias a la elaboración y difusión de las publicaciones dedicadas o relacionadas con la enseñanza superior.
Sabemos que son conscientes de esta situación y que no es fácil luchar contra ella, pero por eso es necesaria una estrecha colaboración.
Agradeciéndole su ayuda por anticipado, le saluda muy atentamente.
E. Rodríguez Murillo y S. García Cortés. Promoción Universitaria"
La carta no merece más comentario que el de la perplejidad por recibir este correo.  ¿Qué les ha hecho pensar a los remitentes que mis alumnos fotocopian o descargan libros? ¿Y qué les ha hecho suponer que me voy a dedicar a reprimir estas acciones? Es más, ¿no podría ser yo mismo, profesor univeristario, un voraz fotocopiador de libros y un no menos voraz descargador de PDFs? ¿Esperan que tras leer su correo deje de hacerlo? ¿Esperan incluso que deje de leer? ¿Esperan que lo hagan mis alumnos? ¿Quién está asesorando a las editoriales para que emprendan esta campaña que me recuerda a otras pretéritas de la SGAE?
El mismo día que recibía este correo, un colega de mi Departamento, cuyo nombre omitiré, me reenvío un mensaje remitido por CEDRO, la cariñosamente denominada "SGAE de los libros". Me proponían darme de alta como autor, para así poder cobrar unas liquidaciones anuales en concepto de copias digitales de mis publicaciones. En el mensaje me hacían saber que CEDRO ya representa los intereses de 21.000 autores en España, 4.200 de ellos profesores universitarios (entre ellos mi colega). Leyendo el correo y los documentos que adjuntaba (por ejemplo, el contrato de adhesión), recordaba el post leído en un blog hace unos años, o el más reciente comunicado de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), denunciando el acoso de CEDRO. Resulta paradójico que mientras las universidades públicas españolas son denunciadas por CEDRO, sus profesores vinculados a esta asociación perciben todos los años la liquidación en concepto de reproducciones de su obra.
No deja de ser una mera coincidencia que en esta campaña de acoso que viven las universidades españolas, particularmente las públicas, ahora se pretenda cerrar el cerco sobre quienes fotocopian libros o directamente los leen después de descargarlos en Internet. Desde hace años soy usuario premium de Spotify, y de otros servicios como Flickr. ¿Cuánto tiempo más van a tardar nuestras editoriales en mirar hacia el fututo y ofrecer a los universitarios una alternativa a la fotocopiadora? Mientras sigo esperando un hilo de vida inteligente en el mercado editorial les puedo asegurar que no voy a modificar mi modus docendi. Y dudo mucho que mis estudiantes modifiquen el suyo. Hasta ahí podíamos llegar.

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