sábado, enero 14, 2006

Tindaya, de nuevo

El pasado viernes 13, EL Roto publicaba en el diario El País una viñeta que resume la trágica amenaza que se cierne sobre la Montaña de Tindaya. Todo es posible en Canarias, las Islas que algunos consideran Afortunadas, a pesar de los desmanes de sus políticos (particularmente de los que gobiernan). Hace ya unos años, Fuerteventura tuvo la desgraciada fortuna de que un escultor vasco, de nombre Eduardo Chillida, posara sus ojos sobre la Montaña de Tindaya. El genial artista decidió que aquella montaña era el lugar perfecto para acometer un colosal proyecto escultórico, consistente en vaciar la montaña en su interior y habilitar unas aberturas en su cima, para que desde el interior de la montaña se pudiese ver el cielo.
Poco le importaba a Chillida (y a los políticos de Coalición Canaria, el partido que desde un primer momento ha apoyado este disparate), que la Montaña esté enclavada en un Espacio Natural, delimitado como tal en la Ley 12/1994, de 19 de diciembre, de Espacios Naturales de Canarias, ni de que en dicha Ley se le considere un Monumento Natural. Tampoco parecía importales demasiado que la Montaña fuese considerada Punto de Interés Geológico (P.I.G.) en el Inventario Tecnológico Geominero de España (I.T.G.E.). Tampoco le importaba a Chillida, ni al Gobierno de Canarias, si semejante actuación en la Montaña podría poner en riesgo los grabados podomorfos prehispánicos, que ya se consideraban dignos de protección en 1992, cuando la propia Dirección General de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias, incoó expediente de delimitación de Zona Arqueológica, con la categoría de Bien de Interés de Cultural (B.I.C.), a todo el perímetro de la Montaña de Tindaya. Ni parecía preocuparles tampoco el grado de protección que dichos grabados poseen en virtud de la aplicación de la Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias. Por no hablar aquí del poco valor que los defensores de este proyecto conceden al hecho de que este Monumento Natural sea el hábitat de poblaciones de animales y vegetales catalogados como especies amenazadas.
Por lo que parece, ninguno de los argumentos que se han puesto sobre la mesa para descartar este proyecto, ha sido tomado en consideración por los promotores del mismo. Nada parece que puede frenar el afán especulador del gran negocio que se esconde detrás de esta operación, que no es otra que la explotación comercial de la piedra que se extraiga del interior de la Montaña de Tindaya (una traquita de excepcional calidad, muy valorada en el mercado) y las construcciones urbanísticas que se van a acometer en su entorno, una vez se lleve a cabo el proyecto (para lo cual ya se han llevado a cabo las recalificaciones de los terrenos). Precisamente, hace ya unos años, unas prospecciones encargadas por el Gobierno de Canarias, en manos de Coalición Canaria (C.C.), a unas empresas geomineras terminaron en uno de los mayores escándalos políticos de la historia reciente de Canarias: el llamado "Caso Tindaya". En total, fueron 1.650 millones de las antiguas pesetas los que el Gobierno de Manuel Hermoso (C.C.) puso en manos de unas empresas para realizar unos trabajos que nunca llegaron a ejecutarse. El dinero se evaporó (o mejor dicho, lo "evaporaron"), y ningún cargo público, ni responsable alguno de las empresas implicadas, han pagado por ello, ni en lo político, ni en lo penal. Es más, recientemente los jueces han archivado la querella penal interpuesta por diversos particulares y asociaciones.
Precisamente, al amparo de este archivo de la querella vuelven a salir a la palestra los defensores del proyecto megalomaníaco de Eduardo Chillida, a quien se le adjudica la frase “Mi escultura desea esta montaña, es hora de saber si la montaña desea mi escultura”. Antes de que la Montaña le responda si desea o no ser horadada, espero que la sociedad canaria pueda frenar este proyecto, cuya fecha de inicio se ha puesto en 2007. El "Caso Tindaya" nos ha costado a todos los canarios mucho dinero, que aún estamos pagando. Pero no debemos permitir que, además, se vulnere la protección que posee uno de los pocos vestigios de nuestro patrimonio que por ahora se ha salvado, milagrosamente, de la especulación que está destruyendo nuestras Islas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mí me parece bien la obra. Además la montaña está totalmente esquilmada por una cantera de la que han sacado miles de toneladas de piedra.

Anónimo dijo...

Espero que no llegue a las islas ningún otro artista iluminado que se le ocurra poner una terraza con vistas en El Nublo, pues creo que, si se permite recalificar los terrenos circundantes, la obra también saldría adelante, en este caso para beneficio de Gran Canaria. La nueva ley aprobada por el ejecutivo tras el Delta busca eliminar cualquier problema que se oponga a sus designios y no es improbable que se pretenda extender en el futuro a otros sectores. Volviendo a Tindaya, estimo que el problema es del Fiscal Anticorrupción que es quien tiene que paralizar las obras y meter en la cárcel a todos aquellos que se hayan beneficiado ilegalmente con este proyecto.

Anónimo dijo...

No piensan ustedes que mucha gente va a desplazarse a Fuerteventura atraida por Tindaya, del mismo modo que acuden a Bilbao, Barcelona o Valencia con obras conocidas mundialmente.

Anónimo dijo...

Ni para ver Tindaya, ni para usar los campos de golf, ni para nada de lo que nuestros ilustrísimos políticos idean para que el negocio del cemento funcione.

Saludos, por cierto. Bienvenido a la blogosfera canaria.

Anónimo dijo...

De todos modos, para ser justos con Chillida (R.I.P.) recordemos que precisamente él en ennobleció los podomorfos, elevándolos a la categoría de obra de arte, cuando dijo reconocer en ellos su propia firma (S.I.C.). No comment et sic transit gloria mundi.
Saludos
Juan